martes, 1 de febrero de 2011

La impotencia de un inocente.

Esta vez, el protagonista de un nuevo caso de dopaje es el español y tricampeón del tour de Francia, Alberto Contador, a quien detectaron en la orina una cantidad ínfima (50 billonésimas de gramo) del anabolizante clembuterol, prohibido por la Agencia Mundial Antidopaje. El origen de todo, según el ciclista, se encuentra en un solomillo que estaba contaminado con esta sustancia. En definitiva, un dopaje involuntario.

El clembuterol es un producto que se usaba tradicionalmente para el engorde del ganado -aunque en España y en la Unión Europea está prohibido para este fin-. Como producto de dopaje aumenta la masa muscular y la potencia, reduce la grasa corporal,  disminuye la fatiga y acelera la recuperación. No obstante, todos los especialistas coinciden en señalar que la cantidad detectada a Contador, no supone ninguna ayuda extra porque no puede producir ninguno de estos efectos.

Si a una vaca le engordan con clembuterol, algo complicado porque los mataderos están sujetos a muchos controles, el animal metaboliza la sustancia por el hígado, por lo que al lomo, al filete que luego se sirve en la mesa, casi no llega. Y luego, de ahí a la persona hay otro paso que es dificil que se dé. Es cierto que puede pasar, aunque es raro.

De cualquier manera, ni el clembuterol es la única sustancia con la que se puede dopar a un deportista, sin que este se dé cuenta, ni la carne es la única que puede servir de vehículo para que una sustancia ilegal acabe en un organismo. Hay otras vías que también favorecen el dopaje involuntario o que, al menos, pueden servir de coartada para alegar un resultado adverso en los controles. No es lo común, pero a veces, el consumo de determinados alimentos o suplementos puede provocar un positivo.

Todos los deportistas deben indicar su condición al farmacéutico antes de tomar ningún producto, porque algunos medicamentos, como determinados brocodilatadores o los andrógenos pueden provocarles un positivo. En el caso de que el deportista necesite utilizar un fármaco, prohibido por imperativo médico, es necesario que solicite un permiso especial -la exención de uso terapéutico- que será vigilado con lupa por las autoridades competentes.

Si se hiciesen controles a la población general, la gran mayoría daría negativo, independientemente de lo que hubiera comido, o de los fármacos que se estén tomando. Lamentablemente, detrás de la mayoría de los positivos detectados en el laboratorio, hay simplemente un intento de trampa deportiva, si bien es cierto que cada vez son más las voces que protestan por "la excesiva finura" y exhaustividad con la que se realizan los análisis.

Una cantidad como 50 billonésimas de gramo, que es lo que le han detectado a Alberto Contador, no tiene ningún efecto en el organismo, por lo que habría que plantearse la utilidad de detectar esas cantidades tan pequeñas. Si este análisis se hubiera realizado hace dos o tres, no se hubiera detectado nada, pero ahora la sensibilidad de las pruebas descubre cantidades ridículas. De hecho, tan solo laboratorios en el mundo -Pekín, Dresde, Atenas y Colonia (este último es el que hizo los test a Contador)- pueden hallar esa mínima parte de clembuterol en el cuerpo humano.

La comunidad deportiva debería reflexionar sobre si la detección de una mínima cantidad de sustancia debe considerar su fraude en cualquier caso e independientemente de sus efectos.

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